Los libros deben defenderse por su cuenta, y éste lo hace como gato panza arriba cada vez
que puede; sólo he de agregar que su tono general, que va en contra de una cierta
concepción de cómo deben tratarse estos temas, dista tanto de la frivolidad como del humor
gratuito. Más que nunca creo que la lucha en pro del socialismo latinoamericano debe
enfrentar el horror cotidiano con la única actitud que un día le dará la victoria: cuidando
preciosamente, celosamente, la capacidad de vivir tal como la queremos para ese futuro,
con todo lo que supone de amor, de juego y de alegría. La difundida imagen de la
muchacha norteamericana que ofrece una rosa a los soldados con las bayonetas caladas
sigue siendo una demostración de lo que va del enemigo a nosotros; pero que nadie
entienda o finja entender aquí que esa rosa es un platónico signo de no violencia, de
ingenua esperanza; hay rosas blindadas, como las vio el poeta, hay rosas de cobre, como las
inventó Roberto Arlt. Lo que cuenta, lo que yo he tratado de contar, es el signo afirmativo
frente a la escalada del desprecio y del espanto, y esa afirmación tiene que ser lo más solar,
lo más vital del hombre: su sed erótica y lúdica, su liberación de los tabúes, su reclamo de
una dignidad compartida en una tierra ya libre de este horizonte diario de colmillos y de
dólares.
La pareja perfecta
“Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.”
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La pareja perfecta
Inconvenientes en los servicios públicos
Vea lo que pasa cuando se confía en los cronopios. Apenas lo habían nombrado Director General de Radiodifusión, este cronopio llamó a unos traductores de la calle San Martín y les hizo traducir todos los textos, avisos y canciones al rumano, lengua no muy popular en la Argentina.
A las ocho de la mañana los famas empezaron a encender sus receptores, deseosos de escuchar los boletines así como los anuncios del Geniol y del Aceite Cocinero que es de todos el primero. Y los escucharon, pero en rumano, de modo que solamente entendían la marca del producto. Profundamente asombrados, los famas sacudían los receptores pero todo seguía en rumano, hasta el tango Esta noche me emborracho, y el teléfono de la Dirección General de Radiodifusión estaba atendido por una señorita que contestaba en rumano a las clamorosas reclamaciones, con lo cual se fomentaba una confusión padre.
Enterado de esto el Superior Gobierno mandó fusilar al cronopio que así mancillaba las tradiciones de la patria. Por desgracia el pelotón estaba formado por cronopios conscriptos, que en vez de tirar sobre el ex Director General lo hicieron sobre la muchedumbre congregada en la Plaza de Mayo, con tan buena puntería que bajaron a seis oficiales de marina y a un farmacéutico. Acudió un pelotón de famas, el cronopio fue debidamente fusilado, y en su reemplazo se designó a un distinguido autor de canciones folklóricas y de un ensayo sobre la materia gris. Este fama restableció el idioma nacional en la radiotelefonía, pero pasó que los famas habían perdido la confianza y casi no encendían los receptores. Muchos famas, pesimistas por naturaleza, habían comprado diccionarios y manuales de rumano, así como vidas del rey Carol y de la señora Lupescu. El rumano se puso de moda a pesar de la cólera del Superior Gobierno, y a la tumba del cronopio iban furtivamente delegaciones que dejaban caer sus lágrimas y sus tarjetas donde proliferaban nombres conocidos en Bucarest, ciudad de filatelistas y atentados.
A las ocho de la mañana los famas empezaron a encender sus receptores, deseosos de escuchar los boletines así como los anuncios del Geniol y del Aceite Cocinero que es de todos el primero. Y los escucharon, pero en rumano, de modo que solamente entendían la marca del producto. Profundamente asombrados, los famas sacudían los receptores pero todo seguía en rumano, hasta el tango Esta noche me emborracho, y el teléfono de la Dirección General de Radiodifusión estaba atendido por una señorita que contestaba en rumano a las clamorosas reclamaciones, con lo cual se fomentaba una confusión padre.
Enterado de esto el Superior Gobierno mandó fusilar al cronopio que así mancillaba las tradiciones de la patria. Por desgracia el pelotón estaba formado por cronopios conscriptos, que en vez de tirar sobre el ex Director General lo hicieron sobre la muchedumbre congregada en la Plaza de Mayo, con tan buena puntería que bajaron a seis oficiales de marina y a un farmacéutico. Acudió un pelotón de famas, el cronopio fue debidamente fusilado, y en su reemplazo se designó a un distinguido autor de canciones folklóricas y de un ensayo sobre la materia gris. Este fama restableció el idioma nacional en la radiotelefonía, pero pasó que los famas habían perdido la confianza y casi no encendían los receptores. Muchos famas, pesimistas por naturaleza, habían comprado diccionarios y manuales de rumano, así como vidas del rey Carol y de la señora Lupescu. El rumano se puso de moda a pesar de la cólera del Superior Gobierno, y a la tumba del cronopio iban furtivamente delegaciones que dejaban caer sus lágrimas y sus tarjetas donde proliferaban nombres conocidos en Bucarest, ciudad de filatelistas y atentados.
Capítulo 14 - Rayuela - 1963,
Capítulo 14
Salió del rincón donde estaba metido, puso el pie en una porción del piso después de examinarlo como si fuera necesario escoger exactamente el lugar para poner el pie, después adelantó el otro con la misma cautela, y a dos metros de Ronald y Babs empezó a encogerse hasta quedar impecablemente instalado en el suelo.
- Llueve – dijo Wong, mostrando con el dedo el trasluz de la bohardilla.
Disolviendo la nube de humo con una lenta mano, Oliveira contempló a Wong desde un amistoso contento.
- Menos mal que alguien se decide a situarse al nivel del mar, no se ven más que zapatos y rodillas por todos lados.
¿Dónde está su vaso, che?
- Por ahí - dijo Wong.
A la larga resultó que el vaso estaba lleno y a tiro. Se pusieron a beber, apreciativos, y Ronald les soltó un John Coltrane que hizo bufar a Perico. Y después un Sidney Bechet época París merengue, un poco como tomada de pelo a las fijaciones hispánicas.
- ¿Es cierto que usted prepara un libro sobre la tortura?
- Oh, no es exactamente eso – dijo Wong.
- ¿Qué es, entonces?
- En China se tenía un concepto distinto del arte.
- Ya lo sé, todos hemos leído al chino Mirbeau. ¿Es cierto que usted tiene fotos de tortura, tomadas en Pekín en mil novecientos veinte o algo así?
- Oh, no –dijo Wong, sonriendo -. Están muy borrosas, no vale la pena mostrarlas.
- ¿Es cierto que siempre lleva la peor en la cartera?
- Oh, no – dijo Wong.
- ¿Y que la ha mostrado a unas mujeres en un café?
- Insistían tanto – dijo Wong -. Lo peor es que no comprendieron nada.
- A ver – dijo Oliveira, estirando la mano.
Salió del rincón donde estaba metido, puso el pie en una porción del piso después de examinarlo como si fuera necesario escoger exactamente el lugar para poner el pie, después adelantó el otro con la misma cautela, y a dos metros de Ronald y Babs empezó a encogerse hasta quedar impecablemente instalado en el suelo.
- Llueve – dijo Wong, mostrando con el dedo el trasluz de la bohardilla.
Disolviendo la nube de humo con una lenta mano, Oliveira contempló a Wong desde un amistoso contento.
- Menos mal que alguien se decide a situarse al nivel del mar, no se ven más que zapatos y rodillas por todos lados.
¿Dónde está su vaso, che?
- Por ahí - dijo Wong.
A la larga resultó que el vaso estaba lleno y a tiro. Se pusieron a beber, apreciativos, y Ronald les soltó un John Coltrane que hizo bufar a Perico. Y después un Sidney Bechet época París merengue, un poco como tomada de pelo a las fijaciones hispánicas.
- ¿Es cierto que usted prepara un libro sobre la tortura?
- Oh, no es exactamente eso – dijo Wong.
- ¿Qué es, entonces?
- En China se tenía un concepto distinto del arte.
- Ya lo sé, todos hemos leído al chino Mirbeau. ¿Es cierto que usted tiene fotos de tortura, tomadas en Pekín en mil novecientos veinte o algo así?
- Oh, no –dijo Wong, sonriendo -. Están muy borrosas, no vale la pena mostrarlas.
- ¿Es cierto que siempre lleva la peor en la cartera?
- Oh, no – dijo Wong.
- ¿Y que la ha mostrado a unas mujeres en un café?
- Insistían tanto – dijo Wong -. Lo peor es que no comprendieron nada.
- A ver – dijo Oliveira, estirando la mano.
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Capítulo 14 - Rayuela - 1963
Historia -de un cronopio
Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.
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Historia -de un cronopio
Borges habla de Cortázar
Hacia 1947 yo era secretario de redacción de una revista casi secreta que dirigía la señora Sarah de Ortiz Basualdo. Una tarde, nos visitó un muchacho muy alto con un previsible manuscrito. No recuerdo su cara; la ceguera es cómplice del olvido. Me dijo que traía un cuento fantástico y solicitó mi opinión. Le pedí que volviera a los diez días. Antes del plazo señalado, volvió. Le dije que tenía dos noticias. Una, que el manuscrito estaba en la imprenta; otra, que lo ilustraría mi hermana Norah, a quien le había gustado mucho. El cuento, ahora justamente famoso, era el que se titula "Casa Tomada". Años después, en París, Julio Cortázar me recordó ese antiguo episodio y me confió que era la primera vez que veía un texto suyo en letras de molde. Esa circunstancia me honra. Muy poco sé de las letras contemporáneas. Creo que podemos conocer el pasado, siquiera de un modo simbólico, y que podemos imaginar el futuro, según el temor o la fe; en el presente hay demasiadas cosas para que nos sea dado descifrarlas. El porvenir sabrá lo que hoy no sabemos y cursará las páginas que merecen ser releídas. Schopenhauer aconsejaba que, para no exponernos al azar; sólo leyéramos los libros que ya hubieran cumplido cien años. No siempre he sido fiel a ese cauteloso dictamen; he leído con singular agrado Las armas secretas de Julio Cortázar y sus cuentos, como aquel que publiqué en la década del cuarenta, me han parecido magníficos. "Cartas de mamá", el primero del volumen, me ha impresionado hondamente. Una historia fantástica, según Wells, debe admitir un solo hecho fantástico para que la imaginación del lector la acepte fácilmente. Esta prudencia corresponde al escéptico siglo diecinueve, no al tiempo que soñó las cosmogonías o el Libro de las Mil y Una Noches. En "Cartas de Mamá" lo trivial, lo necesariamente trivial, está en el título, en el proceder de los personajes y en la mención continua de marcas de cigarrillos o de estaciones del subterráneo. El prodigio requiere esos pormenores. Otro rasgo quiero indicar. Lo sobrenatural, en este admirable relato, no se declara, se insinúa, lo cual le da más fuerza, como en el "Izur" de Lugones. Queda la posibilidad de que todo sea una alucinación de la culpa. Alguien que parecía inofensivo vuelve atrozmente. Julio Cortázar ha sido condenado, o aprobado, por sus opiniones políticas. Fuera de la ética, entiendo que las opiniones de un hombre suelen ser superficiales y efímeras.
Buenos Aires, 1984
Buenos Aires, 1984
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